
La melancolía duerme la siesta de los dioses fatuos...su hermana la nostalgia acuna lágrimas y toca las campanitas de cristal de la agonía.
Termina el recuerdo y sus imprecisiones, y comienza el desencanto a resecarse en los labios y a parpadear en los ojos.
Aca el "te fuiste para no volver", es la misma cancioncilla que repite el Ipod en su equivocado "shuffle".
Se canta desafinado porque la melodía se equivoca de solfeo y pentagrama.
Allí, toma su arpa el poeta...y redime con su trova las lamentaciones, repasa en las cuerdas otro potpurrí conocido, otro valsecito Vienés - alguna zamba de Catamarca - talvez un corrido de Juárez o cierta bachatica imaginaria de Chopan o Ravel. Todo ello es redimido...mientras declama su salmo apócrifo del añoramiento, que ahora leo y releo en su blog.
Es la joven
Giselle,
la desconocida Giselle, duende, maga, poeta, juglar, que traza miles de signos y puntos cardinales entre el humo que surge de las cenizas del tiempo.
Interesante y agradable el poema de la muchacha.